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Lo primero que debemos comprender es que las cicatrices nunca desaparecen por completo, aunque algunas pueden llegar a hacerse imperceptibles.

La formación de una cicatriz es un proceso corrector de regeneración cutánea en el que un tejido fibroso reemplaza a nuestra piel, dándole características distintas a las de la piel original.

Las cicatrices son alteraciones permanentes derivadas de una lesión en la piel.

 

¿Cómo se forma una cicatriz?

 

Las fases de formación de una cicatriz empiezan cuando el cuerpo se esfuerza por detener el sangrado y eliminar posibles bacterias o gérmenes.

Luego, inicia un proceso de construcción de nuevos vasos y tejidos que serán los que, finalmente, reabsorberán el colágeno de la piel para formar una cicatriz que repare y cure la herida.

Los cuidados que apliquemos a la herida durante la regeneración, serán claves para su apariencia final.

 

Tratamiento para cicatrices antiguas y recientes

 

Existen tres tipos de tratamientos para cicatrices: invasivos, no invasivos y combinados.

Todos ellos, tienen por objetivo mejorar el aspecto y movilidad de la zona afectada.

Vemos en qué consisten los tratamientos no invasivos para cicatrices:

  • Vendajes o apósitos compresivos: ejercen presión en la cicatriz para disminuir el flujo sanguíneo y favorecer la degradación del colágeno. Tipos:
    • Apósitos de silicona: se adhieren a la piel que rodea la herida para reducir el dolor y el riesgo de maceración. Indicado en cualquier herida en fase de granulación.
    • Alginatos: derivados de algas que crean ambientes húmedos y calientes en el lecho de la herida, ayudando a su cicatrización. Indicados para heridas y úlceras muy exudativas o infectadas.
    • Apósitos de carbón: favorecen la cicatrización y tienen una acción antibacteriana, también eliminan olores desagradables.
    • Apósitos de plata: con efecto antimicrobiano y bactericida, ayudan en heridas con sospecha o evidencia de infección. Son una alternativa a los antibióticos locales y están especialmente indicados en úlceras que no cicatrizan bien.
    • Apósitos de gel de sílice biorreabsorbibles: sirven de estructura de apoyo para el crecimiento de células cutáneas, sobre todo en heridas que cicatrizan mal.
  • Gel de silicona: su objetivo es mantener húmeda la zona cicatrizada.
  • Cremas, pomadas o ungüentos: para tratamiento de cicatrices postquirúrgicas. Entre sus componentes encontramos vitaminas A y E, rosa mosqueta o cinc, entre otros.

 

Los tratamientos no invasivos combinados, como terapias de compresión junto a geles de silicona, han demostrado mejorar la efectividad en el tratamiento de cicatrices.

Diversos estudios lo corroboran en distintas fases del proceso de curación de una herida, dando lugar al concepto de ‘cura oclusiva en medio húmedo’ y facilitando la aparición de productos que, al tiempo que protegen de una infección, ayudan en su cicatrización. Tipos:

  • Películas de poliuretano: crean un ambiente húmedo que estimula la regeneración de los tejidos y acelera su curación. Indicados para heridas o úlceras superficiales y para proteger zonas de riesgo de ulceración.
  • Espumas de poliuretano: apósitos impermeables a los líquidos y permeables al vapor de agua. Permiten la absorción del exudado, manteniendo húmeda la zona y previniendo la maceración; son adaptables y flexibles.
  • Hidrogeles semioclusivos: compuestos fundamentalmente por agua con polisacáridos, polímetros sintéticos, carboximetilcelulosa sódica y alginatos. Pueden servir para cualquier lesión no exudativa y úlceras en cualquier fase, y están diseñados para el eliminar el tejido excedente y la parte mortificada de la piel.
  • Apósitos hidrocoloides oclusivos: compuestos por carboximetilcelulosa y sustancias hidroactivas, y cubiertos por poliuretano. Mantienen un ambiente húmedo que favorece la cicatrización y protege de infecciones. Especialmente indicados en úlceras de presión o vasculares en fase I, II o III, y en las fases de granulación y epitelización de heridas.

 

Aunque no abordaremos los tratamientos invasivos, señalar que podemos optar por cirugías, corticoides inyectados, crioterapia, radioterapia o láser.

Cualquier tratamiento, incluyendo el uso de fármacos específicos para los síntomas de las cicatrices, debe prescribirlo un profesional sanitario.

 

 Tipos de cicatrices y forma de atenderlas

 

El tipo de cicatriz que nos quede dependerá, principalmente, del tipo y tamaño de la herida, su curación, localización, y la raza y edad de la persona que la sufra.

Otros factores que también influyen, son: inmunodepresión, malnutrición, enfermedades sistémicas, algunos fármacos, la radiación ultravioleta, el alcohol o el tabaco.

Las cicatrices se clasifican según su aspecto, existiendo:

  • Fisiológicas: forman marcas planas y limitadas por los márgenes de la herida original. No crecen ni se notan exageradamente, por lo que, por lo general no requieren tratamiento.
  • Queloides: hinchamiento significativo del nuevo tejido, crecen fuera de los límites de la herida y crean un área oscura que puede picar y doler. El tratamiento de primera línea para las cicatrices queloides se realiza, habitualmente, con corticoides intralesionales combinados con silicona, tanto en gel como en láminas o parches.
  • Atróficas: crean una superficie hundida por debajo del nivel de la piel adyacente y generan una capa tan delgada que parece que la herida aún sigue abierta; son muy comunes al padecer acné o tras pasar la varicela. En general, las cicatrices atróficas requieren una combinación de técnicas quirúrgicas y láser.
  • Hipertróficas: crean tejido conjuntivo por encima de la superficie de la piel que la rodea respetando los límites de la herida inicial. Engrosadas y enrojecidas, estas cicatrices producen picazón. El tratamiento de primera línea para las cicatrices hipertróficas se realiza, habitualmente, con parches de poliuretano o geles de silicona.
  • Contracturadas: se crean al quemarnos o escaldarnos la piel. Por la falta de tejido, las nuevas formaciones cutáneas quedan tirantes y generan deformaciones, afectando a la movilidad de músculos, articulaciones y tendones. El tratamiento más habitual es la hidratación y oclusión de la cicatriz mediante tiras adhesivas o parches de silicona.

 

No existe un tratamiento exclusivo para cada tipo de cicatriz, puesto que cada una de ellas es única por sí misma, pero todas requieren de una evaluación personal por parte del médico, que determine el tratamiento más adecuado y nos proporcione un seguimiento profesional y efectivo para nuestra lesión.